lunes, 29 de noviembre de 2010

Destino ¿casualidad o causalidad?

Para algunos, destino es una secuencia de situaciones y elecciones que nos llevaran a un final escrito por tinta divina, para otros cuantos, es un conjunto de casualidades en donde solo somos una marioneta de alguien más fuerte que nuestra propia decisión… un ser superior que sabe lo que nos depara, para mí, el destino no es más que una idea fantasiosa y divertida de un par de ociosos cansados de luchar, que han decidido engañarse a sí mismos, y a unos cuantos más de que sin importar lo que agas, tu futuro será el mismo de una u otra manera.

Pensemos un minuto concienzudamente acerca de nuestro presente, en donde estas parado ahora ¿es obra divina?, o simplemente luchaste por ello. Si bien, algunos deciden seguir la corriente y simplemente están en donde están por que siguieron la ola de la vida, aun en este caso, será porque ellos mismos así lo decidieron; un destino escrito por nuestro puño y letra a base de causalidades de la vida, o más bien, de nuestra propia creación.

Una mañana desperté estresado entre trabajos, pensamientos, problemas, y decepciones inmundas de una vida desastrosa, mis pocas ganas de abrir los ojos y hasta de respirar me llevarían a salir de casa sin pasar siquiera los dedos por mi cabello, saliendo, mire a mi alrededor y ningún coche parecía cercano, mucho menos un maldito taxi… pude haber esperado a que uno de estos pasara frente a casa, pero no estaba de humor para esperar, había esperado toda la vida y no pensaba hacerlo una vez más, así q camine, camine y camine hasta que unos ojos profundamente castaños cruzaran mi camino y unos dientes apeladamente exquisitos me lanzaran una sonrisa, así fue que lo conocí, así fue que me tope con él en esa precisa calle, a esa precisa hora y con ese alborotado cabello que tanto le gusto, pude haber pensado que se trataba de un destino de película, pero no!, analicemos mas de cerca, había sido mi decisión tardar tanto tiempo en dejar de preocuparme por el que dirán y salir a buscar lo que quería, yo mismo había decidido salir sin peinarme y caminar, al igual que fue mi decisión darme la oportunidad de hablar con un desconocido… no era casualidad, yo había provocado que sucediera.

La causalidad de nuestros destinos a menudo se encuentra en nuestras manos y ni siquiera nos damos cuenta, creemos que seguimos un camino de riel si poder decidir dar un paso de lado, o rehusarse a que te pasen las cosas; el ser humano se encuentra tan acostumbrado a conformarse, porque así estamos educados, porque simplemente resulta más sencillo pensar que sin importar cuánto luchemos por algo, o en contra de ello, al final resultara igual a que si nos hubiéramos quedado sentados a mirar como todo se acomoda a un final de cuento (o tragedia).

Si bien es cierto que no siempre las cosas sucederán tal y como las quieres por más que lo desees y luches por ello, siempre estará en ti la decisión de ser feliz o cambiar expectativas de vida, en lugar de vivir frustrado con un destino fatalista de ideas empíricas de no tener control ni de tu propia existencia, por el “qué más da, a fin de cuentas es mi destino”, o el aun más patético “ya me tocaba”, no es cuestión de suerte, ni azares de la vida, no podemos solo subir la mirada y reclamar a un ser superior por cosas que nosotros mismos causamos, he ahí la clave de todo, la causalidad, pensemos en ella como un juego domino acomodado pieza tras pieza, tu tiras la primera pieza, sin haber empujado esta jamás se hubiesen desplomado todas las demás… tal vez el destino no sea más que un juego de pelota entre la casualidad y la causalidad, o tal vez la causalidad no sea más que una casualidad con disfraz de decisión, intentando colarse en las paredes de la lógica sin ser más que un sueño de ideas inhóspitas con agentes reactores de lo divino.

Sea cual sea el caso, o lo que decidamos creer acerca del destino y sus confusos pasajes, el punto es que siempre conduce al mismo lugar, el final de nuestros días, en donde se rompe el hilo de nuestro destino y se comienza a tensar uno nuevo, en otra persona, que desencadenara otra sucesión de acontecimientos causales, ¿o casuales?... y regresaremos siempre a la misma incógnita, por un concepto, una idea, de una idea a una pregunta y de la misma pregunta a un destino de casualidades y causalidades en la búsqueda de la verdad.

por. Jaime Alejandro Recio Salazar